Cuántica para principiantes – Teoría del observador

Nací y crecí en un pequeño poblado donde la gente se ocupa de la gente, donde los padres cuidan a sus hijos y a los hijos de los vecinos y amigos, así que desde muy pequeño me regresaba caminando de la escuela que estaba del otro lado la ciudad.

Como todo niño pateaba botes, curioseaba, fantaseaba y saludaba a la gente con la que me cruzaba en forma respetuosa, frecuentemente me gustaba pensar que ha medida de que avanzaba las cosas que aparecían frente a mi y desaparecían las que iba dejando atrás hasta que regresara al día siguiente.

Tuve que continuar mis estudios en la capital del país, pero a fin de año estaba de regreso para pasar la navidad y me gustaba recorrer el camino y disfrutar de esas chispas de felicidad que da saludar a viejos conocidos, con el tiempo los viejos se fueron muriendo, los amigos emigrando y solo quedaron las casas y calles, testigos silenciosos del acontecer, ahora la fantasía era recorrer las calles e imaginar a los ausentes.

La física cuántica vino a revolucionar el pensamiento con experimentos que desafían creencias y principios, ¡vaya! Hasta la misma lógica, uno de ellos es el colapso de la función de onda, esto es cuando una señal electromagnética es observada se transforma en partícula, como el hecho de observar es una función de la conciencia luego los filósofos interpretaron esto como un hecho donde lo intangible generaba lo tangible, otros como la conciencia creando la realidad etc.

Algunas corrientes filosóficas milenarias tomaron nueva fuerza como aquella que habla de que el alma universal crea el cielo, las estrellas y todo lo que nos rodea, revivía una vieja polémica sobre si el espíritu generó la materia o la materia generó el espíritu.

A principios del siglo pasado, Einstein y sus “cuates” se reunían a tocar el violín y a discutir sobre los hallazgos de la física, acostumbraban también a enviarse cartas y a visitarse, son clásicos los viajes de Einstein a Gotinga, donde David Hilbert le ayudaba a hacer la tarea de matemáticas que necesitaba para sus teorías.

Einstein no estaba muy de acuerdo con las conclusiones y elucubraciones que brotaban de la cuántica y cuentan que en una discusión sobre el colapso de la función de onda expresó “Entonces si no veo la luna esta deja de existir” otro la está viendo le contestaron, pero si nadie la ve ¿deja de existir? Desaparece y en este punto es interesante irnos 1,700 años atrás donde San Agustín escribía en un Salmo del “El reposo en nuestro señor” mas o menos así “En cuanto a las cosas, Señor, las vemos porque existen y existen porque tu las ves” en una sola frase le aclararía la pregunta a Einstein quien por cierto era creyente.

Recientemente un físico nacido en Viena, Fritjof Capra ha escrito un libro donde establece un paralelismo entre la física cuántica y el Tao, refiriéndose a la obra de Lao Tse, el Tao Te Ching que sirve como base de la religión del Taoismo que busca enseñarnos a vivir en armonía con el universo, por cierto, conservo estos dos libros, el Tao y la Física del Tao, en el estante de los libros difíciles, es más fácil entender la cuántica que el Tao, en este libro puede quedar claro la unicidad del mundo material y espiritual.

La controversia no ha terminado, han aparecido multitud de teorías como la GRW que afirma que una onda colapsa en forma natural sin necesidad de observador cada 10 segundos elevado a la 16, esto es como cada 100 millones de años, habrá que sentarse para esperar y  ver si esto es cierto.

Sucede algo curioso en el mundo de la física, cada vez más los físicos se alejan del mundo espiritual para explicar sus teorías y las evidencias los mandan de regreso, sin embargo, la física conserva la fascinación de adentrarse al mundo maravilloso y desconocido del universo.