Cuántica para principiantes – El tiempo

Todas las tardes, doña Valentina se sentaba fuera de su casa con la vista hacia el camino donde habían partido su hijo y su marido a la bola, su rostro estaba marcado por la huella del tiempo en profusas arrugas, su cabello totalmente blanco, pero perfectamente peinado, su vestido negro de siempre, sus manos huesudas sobre sus piernas y su gesto impenetrable, “ellos regresarán”.

¿Se ha puesto a pensar que es el tiempo?

De bote pronto diríamos es lo que hay entre una hora y otra, pero eso nos daría un periodo de tiempo y la pregunta sería de nuevo ¿qué es el tiempo? Porque definir al tiempo como un periodo es tanto como definir un lugar por el número de la calle o como lo qué hay entre dos marcas de kilómetros.

Podríamos decir que es el avance de un reloj, pero regresamos a cuestiones de medida y la medida no define lo medido.

En la física clásica el tiempo es una variable muy útil que nos permite calcular otras como la velocidad, trabajo, potencia etc. Una variable reversible, esto es puede aumentar o disminuir.

En la física relativista el tiempo es una dimensión asociada al espacio, afectado por la gravedad.

El tiempo también se nos manifiesta como la diferencia entre dos épocas.

En las computadoras el tiempo lo determina el ancho del pulso de las operaciones elementales, en el organismo es el ritmo del metabolismo el que fija el tiempo.

En nuestra conciencia es la cantidad de cuadros que forma el cerebro para presentarnos la realidad, lo mismo los momentos relevantes que nos interesan de ahí que con los años nos parezca que el tiempo avanza más rápido o cuando estamos bajo una gran presión o en un accidente sentimos que el tiempo se vuelve más lento.

El calendario y el reloj nos sincronizan, pero nos crea la falsa ilusión que el tiempo transcurre en igual forma para todos como una variable determinista e inequívoca.

En el CERN se aceleran las partículas a velocidades cercanas a la velocidad de la luz y luego se colisionan para que por fracciones de millonésimas de millonésimas de segundo aparezcan y desaparezcan nuevas partículas, sin embargo, ese infinitesimal período es suficiente para que dejen huella en el detector Atlas y nos den información de la naturaleza íntima de la materia.

Para Prigogine, en la Teoría del Caos, el tiempo y la entropía nos crean la flecha del tiempo, como un avance irreversible de la materia que nos lleva al desorden general y a la evolución en particular, la flecha del tiempo que no retrocede, que desarrolla la vida y la deteriora acabándola, flecha del tiempo que algún día nos alcanzará.

San Agustín decía “¿Qué es, pues, el tiempo? Si nadie me lo pregunta lo sé, pero si trato de explicarlo a quien me lo pregunta, no lo sé” para él, el pasado y futuro no existen en la realidad y el presente es inextenso, tan pronto como aparece se va, si se habla de este año, los anteriores no existen y los futuros tampoco, si la unidad es un segundo, este ya se fue y el siguiente aún no ha llegado y podemos subdividir el segundo las veces que queramos y la regla se mantiene, es por esto que el tiempo real no tiene extensión.

Pero luego continúa con su reflexión, ““Si el futuro no existe aún, ¿dónde lo han visto los que predijeron el futuro? No es posible ver lo que no existe. Y los que narran el pasado no contarían cosas verídicas si no lo vieran con la imaginación. Si el pasado no existiera, sería totalmente imposible verlo. Luego existe el futuro y el pasado”

Si no existen en esta realidad. Luego, ¿Dónde existen? Contesta esto diciendo “Dondequiera que estén [pasado y futuro] no son allí ni futuro ni pasado, sino presente.

“ En la narración de los hechos verídicos del pasado, lo que se extrae de la memoria no son los hechos reales que acontecieron, sino las palabras engendradas por sus imágenes, las cuales, al pasar por nuestros sentidos, han dejado en nuestro espíritu una especie de huellas… En cuanto a si es análogo el caso de las cosas futuras objeto de predicción, de modo que se perciban las imágenes ya existentes de las cosas que aún no existen, confieso, Dios mío, que no lo sé. Lo que si sé es que nosotros premeditamos de ordinario nuestras acciones futuras, y que esta premeditación está presente, aunque la acción que premeditamos no existe aún porque es futura”.

“Cuando se afirma que se ven las cosas futuras, no nos referimos a aquellas que todavía no existen, es decir, a las cosas futuras. Lo que se ve son sus causas o quizá los signos, que son ya algo existente, y, por tanto, no son algo futuro, sino algo presente a quien los ve, que hace predecir el futuro imaginándolo en su espíritu”

Regresando al tema de multiversos, es evidente que al menos dos universos existen, el espacio tiempo que percibimos con los sentidos y el atemporal que formamos en nuestra mente, donde pasado y futuro están en el presente, quizás el futuro como una serie infinita de ramificaciones que se colapsan cuando se toma una decisión o quizás se queden ahí para cuando las invoquemos con la frase mágica de “¿Qué hubiera pasado? Si…”.

Por lo pronto permítame escuchar la canción “Sabia virtud reconocer el tiempo, a tiempo amar y desatarse a tiempo, como dice el refrán: dar tiempo al tiempo, que de amor y dolor alivia el tiempo”