Los laberintos de la conciencia parte I

Los laberintos de la conciencia parte I

Cuando hablamos de la mente fácilmente caemos en tratados filosóficos, teológicos, psicológicos y hasta políticos pero que tal y si le preguntáramos a los físicos sobre estos temas, ver a la mente desde la física se convierte en una aventura interesante y Erwin Schrodinger, premio nobel de física y padre de la mecánica cuántica se aventura en estos temas y nos pone a reflexionar.

¿Cómo se desarrollará biológica e intelectualmente el hombre de hoy? ¿Evolucionará o involucionará?

Erwin inicia su conferencia con una afirmación categórica “El mundo es una construcción de nuestras sensaciones, percepciones y recuerdos” una afirmación muy subjetiva ya que de ser así existiría un mundo por cada persona,( que de alguna manera lo es) acto seguido afirma algo que podría ser una contradicción de lo primero; “Existe objetivamente por si mismo, pero no se manifiesta por su mera existencia” “Su manifestación está condicionada por acontecimientos especiales que tienen lugar en un cerebro”

Aquí converge lo subjetivo y lo objetivo, ya que solo en el cerebro podemos especular que es lo que percibimos, sentimos y recordamos con lo que está mas allá de nuestras percepciones, sensaciones y recuerdos, porque en esa maravilla que tenemos arriba de nuestros hombros podemos crear todos los mundos posibles que nos permita la imaginación, incluso en el que estamos viviendo.

Luego como buen físico cuántico en lugar de ir a explorar estos mundos se dirige al fondo del cerebro y se pregunta “¿Qué propiedades específicas distinguen estos procesos cerebrales y los capacita para producir esta manifestación?” Dicho en forma más sencilla “¿Qué clase de procesos materiales están directamente relacionados con la conciencia?” esto es, ¿cómo está relacionada la mente y la materia?

Visto desde la filosofía o teología caeríamos en la discusión ancestral de lucha entre el dualismo y el monismo que se sigue manifestando en este momento sin que haya un claro ganador, los monistas “científicos” apelan a que los accidentes cerebrales y sicotrópicos afectan la personalidad, luego extrapolan estos cambios a el alma y al espíritu, concluyendo que el alma y el espíritu es el cerebro, ya que al afectar al cerebro se afecta el alma, mientras los dualista manifiestan que esos daños evitan la manifestación completa del espíritu a través del cerebro.

Schroedinger argumenta ampliamente contra el monismo, evolucionismo y racionalismo concluyendo que “es pura fantasía, irrefutable por indemostrable y por lo tanto sin ningún valor para el conocimiento”, pero que hay una laguna fantástica que es la aparición de células nerviosas y cerebros en muchos organismos que les permiten mecanismos que responden a situaciones cambiantes para adaptarse a estos cambios, sin embargo, hay grandes grupos de organismos que hacen funciones similares en forma muy distinta.

Esta circunstancia, la aparición de las células nerviosas que nos permiten expresar la conciencia, tuvo una alta probabilidad de no haberse dado, con los cual el mundo sería un “teatro vacío” en algo para todos inexistente.

En la postura dualista encontramos a Spinoza que afirma que cada ente particular es una modificación, instancia dirían los informáticos, de la sustancia infinita, Dios. Que se manifiesta a sí mismo mediante cada uno de sus atributos, en particular su extensión y su pensamiento. El primero en su existencia corpórea en el tiempo y espacio, el segundo en su mente.

Schroedinger desarrolla una respuesta posible, inicia afirmando que “no todo proceso nerviosos, ni en absoluto todo proceso cerebral, van acompañados de conciencia”, setenta años después de esta conferencia, los experimentos de los neurocientíficos han demostrado ampliamente esta afirmación.

Muchos de estos procesos son solo un conjunto de impulsos aferentes y eferentes que tienen por objeto regular y sincronizar acciones que pasan por el cerebro, pero no son conscientes, hay otros procesos que siendo conscientes dejan de serlo a medida que se repiten con mucha frecuencia, pero saltan a la conciencia en el momento de tener alguna variante significativa, como les diría RIchars Semon “un Mneme”

Por otro lado, una experiencia única que no se repite, es biológicamente irrelevante, el organismo tiene que aprender a dar la misma reacción adecuada a las situaciones que se presentan periódicamente para sobrevivir.

Cuando vamos por primera vez al trabajo, observamos con detenimiento las calles para conocer el camino, pero al paso del tiempo podemos recorrer el camino pensando en otras cosas, el camino desaparece de la conciencia, “La conciencia es el tutor que supervisa la educación de la materia viva”

En Inteligencia Artificial, concretamente en Machine Learning, a través de algoritmos se dan ejemplos para que los robots aprendan y a medida que lo practican se vuelve “inconsciente” por así decirlo y hacen la tarea más rápido y correcto en la medida de la repetición.

El tema es largo y lo continuaremos la semana que entra