Ciencia y Religión

Los Laberintos de la conciencia parte IV

Ciencia y Religión

Marcos Barraza Urquidi

Erwin Schrödinger creador de la mecánica cuántica, premio nobel de física 1933, jefe del departamento de física de la universidad de Berlín, la Atenas de la física en ese momento, logra a los 27 años la habilitación, la máxima calificación académica que una persona puede alcanzar en Europa y Asia.

Erwin, como muchos grandes físicos era creyente y espiritual, los nuevos descubrimientos de la ciencia, muchos de ellos contraintuitivos como el colapso de la función de onda, las partículas entrelazadas, las relaciones espacio tiempo, el fin del determinismo de la física, le indicaban que había grandes vacíos en la ciencia que tenían una repercusión fuerte en la filosofía y teología.

Como muchos se hacía las preguntas trascendentales, tales como :“ ¿Puede la Ciencia aportar información en materia de Religión?” “Pueden los resultados de la investigación científica ser de alguna ayuda para conseguir una actitud razonable y satisfactoria frente a estas cuestiones ardientes que a todos nos asaltan en algún momento?” “Me refiero sobre todo a las cuestiones del “otro mundo”, a la “Vida después de la muerte” y todo lo que se relaciona con ello”

Erwin no pretende responder a estas preguntas sino discutir hasta dónde la Ciencia puede aportar información o ayudarnos a reflexionar sobre ellas. Dado que somos muchos los que no podemos evitar estas preguntas.

¿Quiénes somos realmente?, ¿De dónde vengo y a dónde voy?

Inicia su análisis considerando que la Ciencia tiende a la idealización gradual del tiempo y cita a 5 nombre que se imponen en este tema: San Agustín, Boecio, Platón, Kant Y Einstein.

Platón es el primero en vislumbrar la idea de una existencia sin tiempo, como una realidad mayor que nuestra auténtica experiencia, “La experiencia no es más que una sombra de la realidad”, en su libro de La República describe a unos hombres encadenados en una cueva donde solo ven las sombras de lo que ocurre afuera para ejemplificar sus teorías sobre la experiencia y la realidad.    

Afirmaba también, en la línea socrática que “Aprender por la razón equivale a recordar un conocimiento, previamente poseído pero latente, y no tanto el camino hacia verdades enteramente nuevas” en la actualidad neurocientíficos han tratado de buscar en el ADN y los circuitos neuronales una confirmación a esta teoría.

 Platón establece dos mundos separados por una brecha insalvable, el mundo de las ideas y el de las cosas materiales, el mundo de la ideas perfecto, atemporal y universal, el mundo de las cosas materiales donde todo cambia y es relativo.

Erwin agrega que “Una verdad matemática es atemporal, no se asocia con el Ser por el hecho de ser descubierta”. Pero.. en este mundo de las ideas, de matemáticas y geometría ¿Hay algo más?

Vayamos ahora con Kant, quizás lo más fundamental de su enseñanza es que mostró la identidad del espacio y del tiempo, el que algo se propague en el espacio o el que algo suceda en un tiempo bien definido de “antes y después”, no es una cualidad del mundo que percibimos, sino que pertenece a la mente perceptora que no puede registrar nada de lo que se le ofrece si no es en el esquema espacio-Tiempo.

Esto nos lleva a la duda de que un hecho común de nuestra experiencia pueda ser una construcción de nuestra mente más que una cualidad compartida por esas cosas objetivamente existentes, ya que nuestras percepciones es el único medio de conocimiento sobre las cosas con lo cual el mundo exterior se queda en el nivel de hipótesis.

Pero siguiendo el hilo de desarrollo de la idea de Kant se llega a concebir que la mente puede ser capaz de concebir otras formas de apariencia que no podemos captar y lo más importante que no implica las nociones de espacio tiempo.

Esta liberación abre el camino para creer, sin tener la limitación de la experiencia sobre el mundo. Por ejemplo. La experiencia produce la convicción de que ella misma no puede sobrevivir a la destrucción del cuerpo, con cuya vida (tal como la entendemos) está inseparablemente ligada, luego ¿no hay nada después de la vida? Y la respuesta es NO, No en la forma espaciotemporal de la experiencia. Pero en un orden de apariencia en el que no juega el tiempo, esta noción de “después” carece de sentido. El pensamiento puro no puede brindarnos una garantía de que algo así existe. Pero elimina los obstáculos aparentes para que podamos concebirlo como posible.

Vayamos ahora con Einstein, no sin antes recordar que para los físicos de la época de Kant el espacio y el tiempo eran dos conceptos enteramente distintos, Kant asociaba el espacio como la forma de nuestra intuición externa y al tiempo como la interna.

La consideración del espacio-tiempo (encontrado por Lorentz, Poincaré y Minkowski y publicada por Einstein) como un continuo de cuatro dimensiones pulveriza los fundamentos de Kant, sin afectar gran parte de su brillante obra.

La nueva teoría ponía en serios aprietos, la relación “antes- después” con la relación “Causa y efecto” demostrando que no puede aplicarse universalmente ya que falla en algunos casos.

Hay por ahí una paradoja interesante donde se demuestra matemáticamente que, dependiendo del lugar, en un punto el observador puede ver primero caer al general y después ver que se dispare la bala que lo mata.

Estas teorías causaron en su momento un gran revuelo en Europa entre el público en general y los filósofos, se derrocaba al tiempo como un rígido tirano ya que limita, aparentemente nuestra existencia a ( setenta u ochenta años), esta teoría alienta la idea de que la “tabla del tiempo” global no es tan seria como parecía a simple vista y esta es una idea religiosa.

Entre Kant y Einstein hay un acontecimiento trascendental que no fue captado como la Teoría de la Relatividad, pero de gran importancia, esto está relacionado con los trabajos de dos grandes físicos Willar Gibbs y Ludwig Boltzmann que Eddington llamó la flecha del tiempo.

El concepto de entropía se origina con Clausius como la segunda ley de la termodinámica pero no estaba muy claro el concepto y el alcance, Boltzmann buscó reducir los fenómenos de calor, luz, electricidad y magnetismo a modelos corpusculares basados en la mecánica newtoniana, pero lo más importantes que podía ser usada para describir fenómenos irreversibles del mundo real sobre una base probabilística, Planck, Fermi, Sommerfeld y Schrödinger vendrían a perfeccionar la teoría que culminaría en los trabajos de Ilva Prigonini con sus estructuras disipativas y su propia flecha del tiempo.

Para entender un poco esto de la entropía como orden y la flecha del tiempo, imagine que tiene un mazo de 52 cartas y las ordena por color y por número, luego las baraja y quedan en desorden, la probabilidad que después volverla a barajar queden en el mismo orden es muy baja, deberían de barajarse millones de veces, imagine pues un universo o la realidad circundante con millones de piezas a ordenar, Boltzmann afirma que no tiene el universo tiempo para que regrese un “momento”

Erwin Schrödinger después de analizar a fondo todos los puntos anteriores afirma: “Lo que construimos en nuestras mentes no puede tener (Así lo siento) un poder dictatorial sobre nuestra mente, no puede cuestionarla ni aniquilarla. Así, aún reconociendo que las teorías de la física son siempre relativas, por cuanto dependen de ciertas hipótesis básicas, podemos afirmar que las teorías actuales de la física sugieren fuertemente la indestructibilidad de la mente frente al tiempo.